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"El impuesto a la muerte: no seas buen empresario". Artículo de Pablo Romá en Valencia Plaza

Publicaciones "El impuesto a la muerte: no seas buen empresario". Artículo de Pablo Romá en Valencia Plaza

Pablo Romá, socio director de Romá Bohorques Tax & Legal, firma en Valencia Plaza un artículo de opinión explicando cómo el Impuesto sobre Sucesiones penaliza a los herederos cuando las empresas tienen una buena tesorería. El título es "El impuesto a la muerte: no seas buen empresario".

El artículo explica que "si consigues que tu empresa familiar genere beneficios y tenga una importante tesorería, el Impuesto sobre Sucesiones penaliza a tus herederos.Esto se debe, básicamente, a que la normativa de aplicación del Impuesto sobre Sucesiones da la espalda a la realidad de la empresa familiar."

En él, Pablo Romá explica esto con un ejemplo: "un señor falleció dejando en herencia la empresa familiar a su hijo. Entre los activos de esta empresa, había dinero en dos cuentas corrientes del banco. El heredero, con todo su derecho, aplicó la mencionada reducción de empresa familiar. Como ya sabemos, el Impuesto sobre Sucesiones prevé una reducción para la empresa familiar en caso de herencia"; una reducción que supone que el 95% del valor de la empresa familiar no tributa. Un porcentaje que en la Comunidad Valenciana llega al 99%, en teoría. Y que "no se aplica sobre el valor total de la empresa familiar. Únicamente se aplica sobre la parte de los activos de la empresa que esté afecta o sea necesaria para su actividad económica."

En el caso de ejemplo que utiliza Pablo Romá, "la Administración tributaria (andaluza) consideró que el dinero que la empresa familiar tenía en las cuentas corrientes de los bancos no era, en ningún caso, un activo afecto a su actividad. El heredero no tenía, por tanto, derecho a la reducción de empresa familiar en la parte correspondiente a ese dinero. El resultado fue pagar más impuesto sobre sucesiones, además, de la correspondiente sanción."

En la publicación de valencia Plaza se explica que el Tribunal Supremo "ha ido poniendo un poco de sentido común. En concreto, ha señalado que las cantidades invertidas pueden estar afectas a la actividad si el contribuyente las justifica por necesidades de capitalización, solvencia, liquidez o acceso al crédito. Pero cuidado con lo que acabo de decir: es el contribuyente el que lo tiene que justificar."

Como conclusiones del artículo, Pablo Romá destaca que "una cuestión tan importante como es la aplicación de la reducción de la empresa familiar camina sobre una nebulosa de interpretaciones que lo único que provoca es inseguridad jurídica. La empresa familiar necesita entornos jurídicos que sean estables y le ayuden a crear empleo y generar riqueza." Y también que "el impuesto a la muerte penaliza a los herederos de aquellas empresas familiares que consiguen guardar beneficios para ser más competitivas y siguen políticas financieras prudentes que garantizan su viabilidad a largo plazo." En su opinión,"la normativa fiscal vive de espaldas a la realidad de la empresa familiar y, además, nos envía un mensaje claro: no seas buen empresario."

Lea el artículo completo en Valencia Plaza desde este enlace: valenciaplaza.com/impuesto-muerte-no-seas-buen-empresario

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